No sé dónde estábamos, aunque sé que desde algún lugar percibía el mar, y que esperaba a un metro que nunca llegaba. Creo. Sé que al menos estaba en una estación de metro.
En el dichoso sueño, vas, y, de repente, me besas, y se me ponen rojas las mejillas y los labios. Escondo una sonrisa arrastrándome a unas sombras. Y me enfado contigo porque no sé por qué lo has hecho. Pareces disgustado por mi reacción.
Y entonces salto a otro sueño que no recuerdo.
junio 28, 2009
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