octubre 28, 2009

Destino o dictado del corazón.
Ambas no puede ser. Es una incompatibilidad. ¿De qué sirve seguir lo que diga el corazón si el destino ya está escrito? Es solo jugar al libre albedrío mientras seguimos la misma carretera, con arlequines que nos distraen con carteles luminosos y cascabeles. Y luego, a veces, despertar.
A mi el corazón me dice que siga luchando. Pero a saber por dónde me lleva el destino. No me importa cuál sea ese camino, mientras me enseñe colores bonitos y abrazos de invierno, y mientras le permita a mi corazón seguir peleando.


¿Y vuestros corazones qué dicen?

octubre 20, 2009

Si el destino está escrito, creo que, a veces, habría que hacer algunos tachones.
A saber qué loco lo ha escrito.

octubre 19, 2009

No despiertes si no quieres.

octubre 17, 2009

Tarde o temprano acabaré huyendo. Los dos deberíamos saberlo.
Y tú deberías de escapar mientras puedas.

octubre 12, 2009

Por qué voy a pensar en lo que fuiste, si dejaste de ser. Discretamente, sin hacer ruido. De la misma manera en que tú marchaste, otro alma llegó, y reparó todas las sonrisas que me estabas rompiendo. Como dijo esa señora tan entrañable de Lost a Desmond, "el universo tiene su propia forma de corregir su curso". Tal vez se esté corrigiendo ahora mismo. Quizá tenga que pasar así, distanciándonos con barreras en vez de con ausencias. O quizá lo que está haciendo es forzarnos a unirnos, y mi destino es tragar rabia y abandonar mis sonrisas en tu calle de la amargura.

octubre 02, 2009

i.
Los semáforos tienen
envidia de nuestros
paseos nocturnos.

ii.
Nos miran las farolas
y se preguntan
el porqué de las sonrisas.

iii.
No saben que dos
corazones duermen
juntos.

Quién quiere respuestas teniendo la luna a los pies.

Es absurdo e ilógico. ¿Y la precipitación? Maldita sea, si tuviera que hablar de lo precipitado que ha sido esto. De cómo te has precipitado en mi existencia. Que cuando me preguntan cómo empezó todo ni siquiera sé que responder. Pero luego me doy cuenta de que no me importa, porque lo importante es que empezó.

El caso es, el amor es una reacción química del cerebro. O algo así. Tu sabes de esas cosas más que yo. De química, digo. ¿Podrías explicarme, entonces, qué es esto que se desborda en mi interior? ¿Por qué me crecen las sonrisas como las lunas crecientes continuamente? ¿Cómo es posible que, aún sin que yo me de cuenta, pases cada segundo en mi materia gris y le des color?



Dos pequeños dioses con el mundo a nuestros pies.