Ambas no puede ser. Es una incompatibilidad. ¿De qué sirve seguir lo que diga el corazón si el destino ya está escrito? Es solo jugar al libre albedrío mientras seguimos la misma carretera, con arlequines que nos distraen con carteles luminosos y cascabeles. Y luego, a veces, despertar.
A mi el corazón me dice que siga luchando. Pero a saber por dónde me lleva el destino. No me importa cuál sea ese camino, mientras me enseñe colores bonitos y abrazos de invierno, y mientras le permita a mi corazón seguir peleando.
¿Y vuestros corazones qué dicen?